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En resumen

Un activista laboral de muchos años y miembro de la junta ejecutiva del sindicato SEIU-United Service Workers West fue asesinado a puñaladas en un complejo de apartamentos de Los Ángeles cuando intentaba evitar que un adolescente entrara al edificio para atacar a su novia.

José Tomas Mejía se levantó temprano el 16 de junio como lo hacía cada mañana. Dejó a su esposa unos cuantos billetes para realizar sus quehaceres y se preparó para su trabajo de conserje en Park La Brea, una comunidad extensa de apartamentos en el vecindario Mid-Wilshire de Los Ángeles.

“Cuando se paró se me quedó viendo por un momento y luego salió”, dijo Dora Molina al recordar la última vez que vio a su esposo.

Alrededor de la 1:15 p.m., Mejía llamó por teléfono a Molina para platicar sobre sus planes después del trabajo; se trataba de un viaje de rutina para ir de compras. Ella salía de la casa a la misma hora que él salía del trabajo y los dos se encontraban en el supermercado.

Cuando se acercaban las 4 de la tarde, ella lo llamó para avisarle que estaba en camino. Mejía no respondió. Cuando llegó al supermercado volvió a marcar su número. No contestó. Ella le envió mensajes de texto. Tampoco contestó.

“Ya con la canasta llena de mercancía, no sabía si dejarlo o no”, dijo Molina.

Trató de mantener la calma, pero fue imposible. Alrededor de las 5:30 p.m., recibió una llamada telefónica de David Mejía, primo de Mejía, y le dijo que pasaría a recogerla sin ofrecerle una explicación. Su mente se aceleró. Lo primero que se le vinó a la mente es que algo le había a Mejía; que se había caído en el trabajo o había tenido un accidente significante.

“Me dijo, ‘sea fuerte, no sabemos lo que está pasando pero vamos a ir a confirmar’”, dijo Molina. “Nunca me imaginé que murió a sangre fría”.

Asesinado en el trabajo

Un santuario para Meija en el porche de la casa que compartía con Molino. Foto de Jacqueline García, La Opinion.
Un santuario para Meija en el porche de la casa que compartía con Molina. Foto por Jacqueline García, La Opinion.

José Tomás Mejía, de 50 años, fue asesinado el 16 de junio en Park La Brea cuando intentaba evitar que un adolescente ingresara a un edificio para agredir a su novia. Cuando el joven de 17 años vio a Mejía, intentó quitarle las llaves, pero Mejía no lo permitió. El sospechoso lo apuñaló varias veces.

David Mejía y el hermano de Mejía, Fermín Pineda, fueron los primeros en ser notificados. Llegaron a la escena del crimen, pero no se les permitió ver el cuerpo.

Pineda, de 32 años, dijo que las autoridades inicialmente no proporcionaron detalles. Tampoco pudieron ver a Mejía debido a la gravedad de sus heridas.

“Las autoridades lo pudieron identificar por su carnet que tenía en el cuello”, dijo Pineda. El forense del condado les pidió una semana después que identificaran el cuerpo después de que se hubiera realizado una autopsia.

David dijo que el complejo Park La Brea está compuesto de 18 edificios y aproximadamente 5,500 unidades de apartamentos. Cerca de 80 conserjes trabajan allí.

El primo, que es organizador de SEIU-United Service Workers West como lo fue Mejía, dijo que el desarrollo ha presentado problemas ya que las personas sin hogar intentan entrar para usar los baños.

“Los trabajadores de la limpieza nos han dicho que se han sentido amenazados”, dijo David.

Hasta ahora, Prime Group, propietario de Park La Brea, no ha comentado sobre el asesinato. No está claro si Prime Group contrata directamente a los jardineros, conserjes y guardias de seguridad de Park La Brea o si el propietario contrata subcontratistas.

Décadas de activismo laboral

José Tomas Mejía fue un activista laboral durante mucho tiempo y miembro de la junta ejecutiva de SEIU-USWW. El inmigrante de El Salvador jugó un papel importante en el sindicato durante los últimos 25 años.

Mejía salió de San Miguel, huyendo de la guerra cuando solo tenía 17 años. A poco tiempo de llegar a EEUU, pudo obtener su Estatus de Protección Temporal.

Como miembro de SEIU-USWW, Mejía se convirtió en activista para proteger los derechos de mujeres y hombres que son sobrevivientes de violencia doméstica, luchó por los derechos de inmigrantes y participó en talleres de autodefensa.

Era conocido como un “compadre”, un nombre dado a los miembros del Ya Basta Center que abogan contra el patriarcado, la violencia sexual, la violencia doméstica y otros peligros que enfrentan los inmigrantes que trabajan en el turno de noche como conserjes.

“Murió protegiendo a una mujer”, dijo Alejandra Valles, tesorera de SEIU-USWW. “Murió a manos de la violencia que estaba tratando de prevenir”.

Valles dijo que la muerte de Mejía no quedará impune y el sindicato ya está trabajando para luchar para que su esposa reciba compensación de trabajadores de por vida, ya que Mejía murió en su lugar de trabajo. Valles dijo que el sindicato también asesorará a la familia sobre la posibilidad de una demanda penal. 

Pineda dijo que su hermano será enterrado en Los Ángeles, su tierra adoptiva. Compartió que su madre de 74 años está devastada, pero acepta que su hijo debería ser enterrado donde decida su esposa.

Un sueño cumplido

Por ahora, los amigos y la familia están enfocados en ayudar a Molina a hacer los pagos de la casa. Ser propietario de un hogar había sido uno de los logros que más enorgullecía a Mejía.

Poco después de casarse en 1995, Mejía le dijo a Molina que un día dejarían el pequeño departamento que alquilaron donde el propietario era muy estricto.

“El me decía, ‘algún día vamos a tener nuestra casita donde vamos a vivir los últimos años que Dios nos dé juntos y felices’”, dijo Molina, de 60 años.

Su sueño se hizo realidad el año pasado cuando la pareja compró una casa en el sur de Los Ángeles.

Recuerda a su esposo plantando plantas alrededor de la casa, las cuales mostraba a cualquier visitante que pasara por allí.

La pareja no tuvo hijos propios, pero Mejía amaba a los tres hijos de Molina y a su nieto como si fueran suyos. Era muy común ver al nieto en eventos laborales.

“Nosotros le decimos que él era el hijo favorito”, dijo Pineda, refiriéndose a su madre. “Esos son zapatos muy grandes para llenar”.

Una cuenta de GoFundMe fue creada para apoyar a la familia de Mejía.

Este artículo es parte de la California Divide, una colaboración entre redacciones que examina la desigualdad de ingresos y la supervivencia económica en California.

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Jacqueline Garcia is a reporter covering poverty and inequality issues for our California Divide collaboration. She is based at La Opinion newspaper in Los Angeles, where she has covered issues ranging...