Por Vernon M. Billy, en exclusiva para CalMatters

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Los administradores y educadores trabajan en nuestras escuelas públicas porque cuidan de los niños y están comprometidos con su aprendizaje y crecimiento.  Estamos ansiosos de recibir nuevamente a los estudiantes en los campus cuando podamos hacerlo en un entorno seguro y favorable, y no antes.

No queremos reanudar las clases a cualquier costo o por los motivos equivocados. No podemos poner en riesgo la seguridad de los estudiantes porque los adultos quieran volver a la normalidad. Y cuando reabramos las escuelas, esa decisión deberá basarse en lo que tenga sentido académicamente para los estudiantes y desde una perspectiva de salud.

Varias regiones del estado han experimentado la pandemia de COVID-19 de manera diferente. Tiene sentido que algunas regiones y condados reabran las escuelas antes en base a las circunstancias locales. Pero antes de que nos planteemos la idea de reanudar las clases en los planteles a nivel estatal, se deben cumplir varias condiciones:

● Cumplimiento del estado de los seis indicadores de seguridad delineados por la administración del gobernador Gavin Newsom.

● Los expertos en salud pública estatales y locales recomiendan la reapertura de las escuelas después de 14 días consecutivos de una trayectoria descendente de los casos confirmados de COVID-19, según las pautas federales.

● Las pruebas de detección se extienden y son accesibles a todos los californianos.

● El estado no recorta los fondos para las escuelas, sino que incrementa los fondos para pagar por los costos relacionados con COVID-19 del año en curso y del presupuesto para el año 2021.

● El estado provee pautas claras sobre lo que significa el distanciamiento social en el entorno escolar y, al trabajar con juntas escolares locales y superintendentes, determina que la aplicación es posible. 

● El estado provee fondos y apoyo para los costos reales y el apoyo necesario para aplicar eficazmente las medidas de distanciamiento social en los planteles educativos.  

● El estado ayuda a las escuelas a obtener y abastecerse con el equipo de protección personal necesario para la seguridad de los estudiantes, el personal y la comunidad.

● El estado logra avances adicionales en el suministro de acceso a tecnología, como internet de banda ancha y las computadoras que serán necesarias para reanudar las clases en el marco de un modelo de cohorte/ escalonado/ híbrido.

● El estado cuenta con un plan y el compromiso para no recortar los fondos para las escuelas si una segunda ola de la pandemia obliga al cierre temporal de las escuelas o al retorno a la enseñanza a distancia a tiempo completo.

● El estado provee apoyo adicional para el cuidado de niños, de manera que los trabajadores esenciales, incluido el personal de las escuelas, puedan volver a sus trabajos sabiendo que sus hijos tienen la supervisión adecuada por parte de un adulto.

Las juntas escolares, a las que se les encomienda la tarea de crear las políticas para reabrir las escuelas, deberían –en coordinación con los funcionarios de salud– ser los impulsores de la reapertura de las escuelas. Incluso un regreso normal a las escuelas representa un desafío significativo dadas todas las incógnitas que enfrentan los líderes escolares.  Algo que sí sabemos con certeza es que nuestros recursos y apoyos actuales son inadecuados para el inicio normal y que son sumamente inadecuados para un inicio temprano del ciclo escolar 2020–21.

En vista de ello, el estado debería aspirar al retorno a las escuelas en el otoño, siempre que, como mínimo, el virus tenga una tendencia sostenida descendente y las pruebas sean fácilmente accesibles en ese momento. Con suerte, también estaremos mucho más cerca del desarrollo de una vacuna. 

Mientras tanto, debemos concentrarnos en fortalecer la capacidad de aprendizaje a distancia de todo el sistema escolar, asegurando que las escuelas cuenten con todo el equipo de seguridad que necesiten y protegiendo a las escuelas de los recortes presupuestarios que reducirían aún más su capacidad para atender a los estudiantes de manera segura y eficaz.

Primero debemos velar por la salud y la seguridad de los estudiantes y el personal, lo que, a su vez, mejora la seguridad de la comunidad en su conjunto. Como educadores, estamos ansiosos por reanudar clases porque comprendemos su importancia para nuestros niños, la sociedad y la economía. Pero también sabemos que la gran lección es comprender lo que realmente importa. No juguemos con la salud de nuestras comunidades al abrir escuelas demasiado rápido o sin los recursos y procesos adecuados.

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Vernon M. Billy es el presidente y director ejecutivo de la Asociación de Juntas Escolares de California, que representa a más de 1,000 distritos escolares y oficinas de educación de los condados de California, ceo@csba.org. Escribió este artículo de opinión para CalMatters.

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