In summary
Olvidémonos del concepto de la recuperación en forma de V. En mayo, el desempleo se estabilizó en un 16% pero un retroceso hacia el aislamiento y el fin de algunos de los fondos de ayuda podrían prolongar la recuperación económica de California y aumentar las desigualdades.
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A finales de junio, parecía que lo peor de la crisis provocada por el coronavirus en California ya había pasado y la economía comenzaba a repuntar. El desempleo se había estabilizado en un 16.3%, un cifra impactante, pero miles de meseros, cantineros y estilistas regresaban a trabajar.
Pero entonces llegó la oleada de infecciones que los funcionarios estatales tanto habían temido. Tan solo el martes, se contabilizaron 11,000 casos nuevos y junto con esta cifra récord una nueva ronda de cierres de negocios.
“Lo sentimos mucho,”. Así comenzaba el correo electrónico que envió la peluquería Limón de San Jose a sus clientes esta semana. “Después de haber estado abiertos tan solo un día, nos han informado que la apertura será muy breve”. La peluquería tuvo que suspender de nuevo las citas y declaró que las donaciones y las recaudaciones por la venta de productos se destinarían a pagar las primas de los planes de salud de los empleados del siguiente mes.
Si la realidad es dura para los dueños y empleados de los negocios que buscan la estabilidad, está claro el motivo por el cual un retroceso hacia el aislamiento tiene su justificación en la salud pública. Los brotes siguen creciendo descontroladamente en la prisión de San Quentin y en otros lugares de trabajo, como las plantas procesadoras de carne. La acumulación de pruebas del coronavirus que todavía no se han procesado ha llevado a un racionamiento. En algunas regiones, los hospitales están llegando a niveles máximos.
A medida que se acentúa la crisis sanitaria, los cambios en las órdenes de salud a nivel estatal y local en combinación con las fechas límites inminentes, como el 31 de julio, día en el que vencen las prestaciones adicionales de desempleo, han dado pie a intentos fallidos de apertura y a crear una profunda ansiedad económica y confusión sobre quién se supone que debe de hacer cumplir las regulaciones en la práctica. Tanto a los trabajadores como a los negocios solo les queda preguntarse hasta qué punto se agravará la crisis, cuánto tiempo durará y cuántas personas perderán su sustento para siempre.
“La palabra que mejor describe esta situación es caos” afirmó Kaya Herron, directora de participación y acción comunitaria de la Cámara de Comercio Metropolitana de la Comunidad Afroamericana de Fresno. “Hay personas que se están agarrando a un clavo ardiendo y que dicen: estoy a punto de quedarme sin un centavo y no sé cuándo podré tener a clientes de nuevo en mi espacio”.
Los cierres volvieron a producirse antes del fin de semana feriado del 4 de julio, cuando el gobernador ordenó que se cerraran los bares en Los Ángeles y en media docena de otros condados incluidos en una “lista de observación” estatal debido a los niveles elevados de transmisión del virus. Esta semana, el gobernador ordenó la suspensión de todas las comidas en los interiores de los restaurantes y del entretenimiento en todo el estado así como la prohibición de asistir a gimnasios, lugares de culto, protestas, peluquerías, centros comerciales interiores y algunas oficinas en 29 condados de la lista de observación.
Puede ser el golpe definitivo para los líderes de los negocios que se habían aferrado a la ilusión de una recuperación económica “en forma de V” o a un repunte rápido tras la parálisis económica, afirmó Jerry Nickelsburg, director del Anderson Forecast de UCLA. A finales de junio, el Anderson Forecast alertó que las consecuencias del virus ya habían llevado a California y al resto del país una “crisis similar a una depresión” con una “recuperación económica que tendrá la forma del logotipo de la Nike” y que seguramente se prolongará hasta principios del 2023, siempre y cuando los negocios puedan reabrir de manera segura este año.
“Teníamos la sensación de que la dirección que seguía la crisis de salud pública nos iba a permitir seguir abriendo la economía”, declaró Nickelsburg. “Si bien esta posibilidad no se ha truncado completamente, está claro que hay más incertidumbre”.
‘Un momento decisivo’
La esperanza de una recuperación rápida se ha ido difuminando en las últimas semanas a medida que se han estancado las contrataciones laborales. Desde el 22 de junio, un 35% de los empleadores que se anuncian en el sitio web de carreras profesionales Glassdoor han reducido los anuncios de empleo. Los economistas afirman que no está muy claro cuántos lo hacen por prudencia ante la incertidumbre y cuántos se encuentran inmersos en una suspensión firme de la contratación o casi en la bancarrota.
“Las próximas semanas serán el momento decisivo para la recuperación económica”, escribió Daniel Zhao, economista sénior de Glassdoor, en el reporte laboral que se publicó el martes. “La cuestión está en si el empeoramiento de la crisis de salud pública ahogará por completo la recuperación incipiente”.
En California, una de las preocupaciones es que el índice de desempleo ya se iba quedando rezagado en comparación con otros estados a medida que los negocios volvían a abrir este verano, afirmó Sarah Bohn, vicepresidenta de investigaciones del Public Policy Institute de California. Después del golpe inicial a la industria hotelera, al turismo y a otras profesiones que requieren de la presencia de trabajadores para poder funcionar, Bohn hizo un seguimiento del aumento significativo recientemente del desempleo en el sector público y de la salud.
“¿Hasta qué punto son temporales estos despidos temporales?”, manifestó Bohn. “¿Es cierto que habrá una recuperación? ¿Hasta qué punto y con qué rapidez?”
“La cuestión está en si el empeoramiento de la crisis de salud pública ahogará por completo la recuperación incipiente”.
Daniel Zhao, economista sénior de Glassdoor,
El tiempo es de una importancia vital. Los legisladores federales no han llegado a un acuerdo para extender los $600 adicionales por semana del beneficio de desempleo que vencerá el 31 de julio y en California siguen las quejas reiteradas por la acumulación de casos en los que no se han pagado los beneficios. A largo plazo, Bohn cree que el estado tendrá que enfrentarse a la posibilidad de que “esta crisis empeore la desigualdad”. Los legisladores estatales ya han aprobado, tras una disputa muy reñida, una nueva ley que extiende los beneficios para trabajadores independientes y de la economía informal o “gig”. Los votantes decidirán si deberían limitarse las disposiciones de esta ley en el caso de los conductores de las compañías de redes de transporte en la Proposición 22 en noviembre. Existen otros debates que se centran en cuánto debe ampliar la red de protección para aquellos trabajadores en otros sectores que están pasando por una situación difícil.
“Parece que lo que nos espera es una montaña rusa de aperturas y cierres,” afirmó Bohn. “Lamentablemente, es difícil saber en cuántos ciclos de esta montaña rusa estaremos”.
Otras ayudas a corto plazo, como los préstamos federales del Programa de Protección de Pago no se han materializado por el momento para los pequeños negocios en Fresno, indicó Herron, especialmente para los dueños de negocios de las comunidades negras, latinas y asiáticas. Su equipo está atendiendo a docenas de solicitudes para subvenciones de emergencia por valor de $3,000 y presentando programas adicionales de formación financiera sobre cómo gestionar las deudas. Su preocupación es que las próximas semanas serán decisivas no solo para las personas sino también para la recuperación incipiente de toda la ciudad.
“El centro de nuestra ciudad y los distritos comerciales corren el riesgo de perder a sus inquilinos y de perder su diversidad y dinamismo”, manifestó Herron. “Si los negocios no superan esta oleada, muchos nunca volverán a abrir”.
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