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Es sorprendente cuántos de los niños de California necesitan el apoyo de salud mental al que tienen derecho, pero no lo reciben.

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Por Lisa Pritzker, Especial para CalMatters

Lisa Pritzker es la fundadora y presidenta de la LSP Family Foundation, que promueve la salud, la equidad y la prosperidad, lisa@lspff.org.

Hace décadas, como voluntaria de la línea directa con Safe&Sound, hablé con padres exhaustos en crisis porque no había apoyos preventivos para aliviar proactivamente su pobreza y trauma. 

Como voluntaria del Departamento de Servicios Psiquiátricos para Niños y Adolescentes en el Hospital General de San Francisco, Fui testiga de niños traumatizados esperando visitas de salud mental en una sala de espera estrecha y oscura junto a pacientes adultos con problemas psiquiátricos. El entorno físico no hizo nada para desestigmatizar la salud mental, ni propició una experiencia de bienvenida. 

Mientras gran parte de esto está cambiando, las estadísticas siguen siendo alarmantes. 

En nuestro estado de California, por lo demás enfocado hacia el futuro, los datos son aleccionadores. California Children’s Trust informa que ocupamos el puesto 43 en la nación en la provisión de exámenes pediátricos conductuales, sociales y del desarrollo. Solo el 35% de los jóvenes californianos que informan que necesitan servicios de salud mental los reciben, y solo el 5% de los niños con Medi-Cal acceden al apoyo para la salud del comportamiento. 

En nuestro estado, que está plagado de inseguridad en la vivienda, la alimentación y el empleo, es sorprendente aceptar cuántos niños necesitan, pero no reciben, el apoyo de salud mental al que tienen derecho y por el que pagamos impuestos federales. 

El cambio sistémico requiere una colaboración innovadora. Finalmente, puede haber esperanza. La administración del presidente Joe Biden está destinando recursos a la prevención y el tratamiento de comunidades marginadas. Desde la Casa Blanca hasta Sacramento, los políticos están liderando el cambio, apoyados por defensores de políticas que identifican los cuellos de botella sistémicos, investigadores que prueban intervenciones escalables y el público busca una respuesta a la crisis de salud mental entre los niños y las familias. La ciencia, la política, la práctica y el liderazgo están convergiendo.

California Children’s Trust dirigió recientemente un esfuerzo de colaboración para remodelar el apoyo de salud mental para los niños marginados, haciendo de estos servicios una estrategia para combatir los efectos del racismo y la pobreza. Esto resultó en Medi-Cal creando un nuevo beneficio de terapia familiar para que las familias puedan obtener terapia preventiva ilimitada y maximizar los fondos para las instituciones y proveedores de salud pública. 

La Dra. Nadine Burke Harris, Cirujano General del Estado, quien ha dedicado su carrera a comprender el impacto del estrés tóxico resultante del racismo y la pobreza, está implementando iniciativas que abordan las disparidades en la salud. La Dra. Nicki Bush de UC San Francisco está investigando la transmisión intergeneracional del riesgo y la resiliencia, identificando estrategias de prevención de enfermedades, factores protectores e intervenciones que promuevan la resiliencia dentro de una familia. Project Healthy Minds está desestigmatizando la salud mental al involucrar a celebridades de Hollywood para que compartan sus luchas y ofrezcan recursos a los jóvenes donde pasan su tiempo: en línea y en casa.

All In For Kids, liderado por Futures Without Violence y generosamente apoyado por Genentech  y  Blue Shield of California, está financiando nuevos esfuerzos cooperativos que previenen y tratan el trauma infantil, una fuente central de angustia mental. Y, finalmente, los entornos de atención psiquiátrica están cambiando, como el Centro para Niños, Adolescentes y Familias en el nuevo edificio Nancy Friend Pritzker, creado bajo el liderazgo del Dr. Matt State.

La evolución en el campo de la salud mental y el panorama político ofrece una oportunidad única para realizar cambios sistémicos. Debemos actuar rápidamente para crear un enfoque preventivo integrado, de toda la familia, que reconozca que los niños viven con adultos; para tratar con éxito a un niño, debemos abordar las necesidades de la familia.

Las intervenciones exitosas serán aquellas que aborden las inequidades sistémicas que crean estrés tóxico, acompañando la terapia con empleo, vivienda y asistencia alimentaria. Los servicios deben estar informados sobre el trauma, dirigidos por expertos cercanos a las comunidades atendidas. Deben estar alojados en instituciones en las que las familias confíen, como escuelas, clínicas pediátricas y de atención médica primaria, no en oficinas dispares diseminadas por las comunidades. La filantropía debería invertir con generosidad y valentía en soluciones creativas.

Juntos podemos abordar esta crisis. La salud de los residentes más jóvenes y vulnerables de California depende de ello y, a su vez, el desarrollo saludable de nuestro estado y la sociedad depende de ello.


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