In summary
Debido a la estructura del Colegio Electoral, los californianos tienen mucho menos poder a la hora de elegir al próximo presidente que los votantes de los estados menos poblados.
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Por Jessica Levinson, Especial para CalMatters
Jessica Levinson es profesora y directora del Instituto de Servicio Público en la Facultad de Derecho de la Universidad de Loyola, jessica.levinson@lls.edu. Es la presentadora del podcast “Passing Judgment”. @LevinsonJessica
“Vota en noviembre”, te dice todo el mundo. “Vota porque tu voto determinará quién será el próximo líder del mundo libre”, dice la gente. Pero esto es una verdad a medias.
Los votantes no eligen al presidente y al vicepresidente. Técnicamente, los votantes votan por electores, o sea los miembros del Colegio Electoral, quienes a su vez luego votan por el presidente y el vicepresidente cada cuatro años en diciembre. Con la excepción de Maine y Nebraska, que tienen un sistema proporcional, dichos electores votan por el candidato presidencial que recibió más votos en el estado que representan.
Cada estado tiene un número diferente de electores del Colegio Electoral, que equivale al número total de representantes federales que tiene ese estado. En California, donde estamos representados por 53 miembros del Congreso y dos senadores, tenemos 55 electores. De hecho, estamos en el escalafón más alto. Debido a que tenemos más miembros en el Congreso que cualquier otro estado, también tenemos más miembros en el Colegio Electoral.
Parece que California, con sus 55 electores, debería desempeñar un papel clave en la elección del próximo presidente de los Estados Unidos; pero, en realidad ese no es el caso.
Aquí vienen las malas noticias para los votantes de California. Primero, ya que California no es un “estado indeciso”, los candidatos nos ignoran. Segundo, debido a la estructura del Colegio Electoral, tenemos mucho menos poder en la elección del próximo presidente que los votantes de los estados menos poblados.
Por ejemplo, Wyoming tiene tres miembros del Colegio Electoral y unos 590,000 residentes. California tiene más de 39 millones de residentes y 55 electores. Esto significa que, si usted vota en California el día de las elecciones, tiene aproximadamente 3.5 veces menos poder para elegir electores que si votara en Wyoming.
El Colegio Electoral da más poder de voto a los ciudadanos de los estados más pequeños, que normalmente son menos diversos. En otras palabras, el Colegio Electoral atenúa el poder de voto de los californianos.
Imaginen, por ejemplo, que en un momento dado, antes o después del día de las elecciones, los miembros del Colegio Electoral vean los resultados de cómo votaron los estados y piensen: “Qué asco”. Y “qué asco” es, por supuesto, un término legal que dichos electores utilizan cuando quieren decir “¿no podemos hacer nada al respecto?”
Y, de hecho, ese podría ser el objetivo del Colegio Electoral: salvarnos de nosotros mismos. Los Fundadores de este país crearon el Colegio Electoral para, en parte, actuar como una válvula de seguridad contra una turba de votantes revoltosos a quienes un demagogo podría llegar a convencer. En la práctica, esto rara vez sucede. La gran mayoría de las veces los electores del Colegio votan de acuerdo con lo que hace la mayoría de los votantes en el estado que representan.
A pesar de que los electores del Colegio rara vez se rebelan, 32 estados y el Distrito de Columbia, para no dejar nada al azar, han implementado leyes de “lealtad”. Estas leyes requieren que los electores del Colegio voten de acuerdo con el voto popular del estado que representan, y si no lo hacen pueden ser penalizados.
La cuestión que se planteó ante la Corte Suprema de los Estados Unidos en este período fue si estas leyes de lealtad son constitucionales. Quienes cuestionaban dichas leyes argumentaban que los estados no tienen el poder de penalizar a los electores que votaban sin seguir el sistema de lealtad, y que los electores deben tener algún tipo de facultad, o discreción, en cuanto a por quién votar. Un tribunal unánime no estuvo de acuerdo con esto.
La Jueza Elena Kagan, en un escrito dirigido a la mayoría de la Corte, concluyó que “tanto el texto de la Constitución como la historia del país apoyan el hecho de que un estado pueda hacer cumplir la promesa de un elector del Colegio de apoyar al candidato de su partido —y al candidato elegido por los votantes del estado— para presidente”. Y, por lo tanto, si el día de las elecciones o después de ellas, los electores del Colegio dicen un “qué asco” colectivo, con respecto a los resultados presidenciales, los electores de la mayoría de los estados no tienen ninguna discreción para actuar sobre eso. Esto, una vez más, podría decirse que limita la capacidad de California de desempeñar un papel más importante en las contiendas presidenciales.
Si los estados no pudieran implementar leyes de lealtad para los electores, podríamos imaginar la posibilidad de que los electores se reunieran en secreto (presuntamente en una sala de Zoom llena de humo) y decidieran que deben hacer algo para detener los resultados. Si California no votara por el candidato preferido de los electores del Colegio, todos o sólo algunos de los 55 electores de California podrían influir en la elección. Pero como resultado de la decisión de la Corte Suprema, no habrá ningún acuerdo (virtual) de trastienda entre dichos electores.
Desafortunadamente para muchos californianos, el Colegio Electoral está aquí para quedarse. Y ahora, los electores del Colegio de la mayoría de los estados deben adherirse rígidamente al voto de la mayoría de los votantes del estado que representan. Esto podría incentivar a aquellos que están presionando para abolir el Colegio Electoral.
Por ahora, prepárense para reunir a 2.5 de sus amigos para votar el día de las elecciones. Los necesitarás para igualar el poder de voto de tu primo en Wyoming.
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Jessica Levinson también ha publicado sobre el envejecimiento de los candidatos durante la COVID-19 y sobre los republicanos en contra del derecho al voto.
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